sábado, 14 de abril de 2012

Visita al Senado (13 abril 2012)

El origen del Senado se remonta al Estatuto Real de 1834, orden dictada por la reina regente María Cristina de Borbón, madre de Isabel II. En este Estatuto Real se introduce la bicameralidad como órganos de representación en sustitución de la unicameralidad que introdujo la Constitución de 1812. En dicho texto se designó la representación bicameral llamando al actual Senado como el “Estamento de Próceres”, asamblea integrada en número ilimitado por la nobleza, jerarquías eclesiásticas, representantes de la alta Administración, los mayores contribuyentes del Reino y los de renombre en el mundo de la enseñanza y la cultura que disfrutaran de la renta adecuada.

¿Para qué sirve esta cámara de representación en la actualidad? La utilidad de esta cámara está muy en entredicho y da la sensación que los votos que allí se generan sirven de muy poco, por no decir nada. Los aspectos de control legislativo, impulso político y aspectos de política exterior están minados por el pie y tiempo se está tardando en eliminar esta figura legislativa del mapa político del país que solo sirve para dilapidar por encima de los 25 millones de euros anuales sólo en gastos de personal de la institución, tanto laboral como políticos.

Básicamente, los 208 senadores que tenemos en la actualidad no trabajan gratis, cobrando por encima de los 5.000 euros los senadores que residen fuera de Madrid entre salario y dietas, seguridad social aparte claro está. Si tienen cargo adicional como portavoz, secretaria de algún tipo o Presidencia de mesa o similar, estas retribuciones se disparan más aún, pudiendo rozar los 12.000 euros mensuales. Por último los grupos políticos se reparten unos 6 millones de euros en subvenciones por los senadores que tienen en representación.

El problema base no queda ahí, porque a los cuatro años, se escogen otros senadores, pero contando con importantes retribuciones, prebendas en pensiones vitalicias que no son incompatibles con el desempeño de otras labores. En definitiva, ser senador es un verdadero chollo, para no hacer a efectos prácticos absolutamente nada. La Constitución debe ser reformada y la figura del Senado debe desaparecer de nuestro mapa político por la salud de nuestras cuentas públicas.

De esto ayer no nos contaron nada... pero nos quedó una bonita foto de grupo en la puerta del mismísimo y nos los pasamos muy bien en Madrid.