domingo, 5 de febrero de 2012

Vídeo: La guerra de Marruecos y la Semana Trágica




A partir de 1900, España consolidó su penetración en el norte de África. La Conferencia de Algeciras (1906), a la que acudieron diversos países europeos, y el posterior tratado hispano-francés (1912), establecieron un protectorado franco-español en la zona de Marruecos. A España le correspondió el territorio de El Rift, una zona montañosa del norte, con la obligación de pacificarlo y organizarlo. El interés español venía estimulado por los posibles beneficios económicos ansiados por la burguesía (minas de hierro, inversión en ferrocarriles…), pero sobre todo, por restaurar el prestigio del Ejército hundido tras el desastre de Cuba y conseguir que España se convirtiera de nuevo en una potencia colonial. La presencia española estuvo contestada por los continuos ataques rifeños, organizados en cabilas. En 1909, los rifeños infligieron una aplastante derrota a las tropas españolas en el Barranco del Lobo, ocasionando más de 1200 bajas. Se decidió entonces aumentar el número de soldados en El Rift con reservistas, muchos de ellos casados y con hijos, y se dispuso que partieran algunos regimientos desde Barcelona, lo cual provocó un importante movimiento de protesta popular.

En julio de 1909, los miembros de algunas cabilas próximas a Melilla atacaron a los trabajadores españoles de una de las compañías mineras. El Gobierno de Maura decidió enviar al ejército y aprovechar la ocasión para ensayar el plan de movilización de reservistas. Ordenó la incorporación de éstos en Madrid y Barcelona. En ambas ciudades se produjeron fuertes protestas y manifestaciones protagonizadas por mujeres y madres de los soldados movilizados. 

Las primeras noticias del desastre del Barranco del Lobo coincidieron con el inicio de una huelga general en Barcelona, el 26 de Julio, convocada por Solidaridad Obrera y respaldada por UGT. El paro fue total y durante tres días se sucedieron asaltos, quemas de conventos, luchas callejeras, incendios y enfrentamientos entre huelguistas y miembros de la policía y el Ejército.

El balance fue de más de un centenar de muertos, numerosos heridos y edificios destruidos. Luego llegaron las detenciones en masa y los juicios. Se celebraron 216 Consejos de Guerra que afectaron a 1700 personas y se dictaron 17 condenas a muerte, de las cuales sólo se ejecutaron 5. El más grave fue el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna. Hoy parece demostrado que no participó en los hechos. Su ejecución se produjo en medio de una oleada de protestas internacionales. Las consecuencias de la Semana Trágica fueron importantes. Las protestas provocaron la caída de Maura, muy desprestigiado y en general, contribuyó a reforzar las organizaciones sociales y a extender la crítica al sistema político de la Restauración entre la opinión pública.