lunes, 13 de febrero de 2012

El desastre de Annual (1921).

Se trata de la desgrasciada batalla que tuvo lugar el 22 de julio de 1921 entre el ejército español y las fuerzas rifeñas de Marruecos, cerca de la población de Annual. Debido a una táctica indebidamente planificada; en aquel adverso encuentro con las fuerzas rebeldes rifeñas perdieron la vida el general en jefe, Fernández Silvestre (amigo personal del propio Rey, Alfonso XIII), su Estado Mayor y gran número de jefes oficiales y soldados.

El 17 de Julio de 1921 el caudillo rifeño Abd el-Krim, con el apoyo de las tribus cabileñas lanzó un ataque sobre todas las líneas españolas. Durante cinco días, y a pesar del esfuerzo heroico, los españoles habían sido incapaces frenar estos ataques y todo fue en vano. Mientras el general Fernández Silvestre era destripado por los rifeños, su segundo al mando, el General Navarro, trataba de organizar una retirada hacia Melilla. Esa retirada degeneró en fuga desordenada y en el escenario de una cacería en la que pereció el ejército español de Africa. Más de 13.000 muertos y la pérdida de cientos de cañones y miles de rifles liquidaron la vana esperanza de poseer un nuevo imperio colonial en África.

El desastre de Annual provocó una terrible crisis política. El gobierno se vio obligado a dimitir, y en agosto de 1921, el rey Alfonso XIII encargó a Antonio Maura formar un gobierno de concentración nacional del que formaron parte todos los grupos políticos. El ministro de la Guerra ordenó al general Juan Picasso elaborar un informe conocido como Expediente Picasso, en el que se señalaban múltiples errores militares, calificando de negligente la actuación de los generales Berenguer y Navarro, y de temeraria la acción del general Silvestre. 

Antes de que el Expediente Picasso se debatiera en el Pleno de las Cortes, el general Miguel Primo de Rivera dió un Golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923, decidido a poner fin a la deriva política. Frente al problema del Rif España se entendió con Francia para hacer frente común a los rifeños, y pasó a la ofensiva. Con el éxito rotundo de Desembarco de Alhucemas, Primo de Rivera obtuvo una posición fuerte que le permitió pacificar la zona en menos de un año y restituir la autoridad española en el Protectorado.